martes, 29 de junio de 2010

Llevo tres horas buscando el superglue para pegar mi “no-tan-nueva” pulsera de cuero. Nadie quería decirme donde estaba y cuando porfin he encontrado el bote se ha oído es mi casa un “nooooo”infinito y generalizado. Yo creo que han exagerado aunque es verdad que se me ha quedado un dedo pegado a la pulsera y he sufrido un poquito. Aun así nadie aprecia lo mucho que he mejorado en el manejo del pegamento y eso que “¡Ahora! Es aún más fuerte” según el eslogan del bote.

La primera vez que utilicé el Super Glue la líe. Mucho. Demasiado. Mi primer contacto acabo en urgencias con bronca y castigo.
En el colegio nos habían mandado hacer un rey mago con un rollo de papel higiénico (con el cartón). En casa no había pegamento normal y encontré ese. Acabe con todos los dedos pegados entre sí. Parecía un patito. Mi madre me hizo jurar que no me tocaría los ojos en una semana y que jamás tocaría el Super Glue de nuevo (esos jamases tan categóricos suelen durar poco).

Ese día aprendí porque pone ese de “manténgase fuera del alcance de los niños” y hoy que soy un desastre veinteañero con patas que siembra el caos a golpe de pegamento. Si vierais mi escritorio...

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